BALARĀMA INTENTA
DETENER EL DUELO PERSONAL
ENTRE DUYODHANA Y BHIMASENA
Siguiendo el relato que se narra en las anteriores entradas de este blog, el Señor Balarāma no deseaba ver la destrucción de los dos bandos rivales de la dinastía Kuru, y luego de finalizar su viaje de su peregrinación visitando los lugares sagrados, regresó cuando la batalla de Kurukşetra se encontraba en su momento más terrible. Al saber que Bhīmasena y Duryodhana estaban realizando un duelo personal, el Señor Balarāma intentó detenerlos.
Cuando el Señor Balarāma regresó a Prabhāsartīrtha, oyó de labios de los brāhmaņas que la mayoría de los kşatriyas, que se encontraban en
Así es la vida materialista: la gente ambiciosamente crea necesidades de más, no estando satisfecha con la solución de las necesidades básicas de la vida, y sus deseos ilegales son frenados por las leyes de la naturaleza o por las leyes de Dios, que aparecen en la forma de hambre, guerra, pestilencias y catástrofes similares.
El Señor Balarāma oyó que, si bien la mayoría de los kşatriyas habían muerto, los Kurus aún estaban combatiendo. Por consiguiente, Él regresó al campo de batalla justo el día en que Bhīmasena y Duryodhana estaban realizando un duelo personal. Siendo el bienqueriente de ambos, el Señor Balarāma quería detenerlos, pero ellos no se detenían.
Cuando el Señor Balarāma apareció en la escena, el Señor Krishna y Arjuna, y el rey Yudhişţhira y sus hermanos menores — Nakula y Sahadeva —, inmediatamente le ofrecieron sus respetuosas reverencias, pero no dijeron nada. La razón de que se quedaran callados se debía a que el Señor Balarāma era un tanto afectuoso con Duryodhana, Duryodhana había aprendido de Balarāmajī el arte de luchar con una maza.
Así pues, mientras la lucha continuaba, el rey Yudhişţhira y otras personas pensaron que Balarāma pudo haber venido para decir algo a favor de Duryodhana, y, por lo tanto, permanecieron callados. Tanto Duryodhana como Bhīmasena eran grandes entusiastas de la lucha con mazas y, en medio de grandes públicos, cada uno trataba muy hábilmente de golpear al otro, y mientras trataban de hacerlo, parecían estar bailando. Pero a pesar de que parecían estar bailando, estaba claro que ambos estaban muy furiosos.
El Señor Balarāma, queriendo detener la lucha, dijo:
«Mi querido rey Duryodhana y Bhīmasena, Yo sé que ustedes dos son dos grandes combatientes y que con bien conocidos en el mundo como grandes héroes, pero aun así creo que Bhīmasena es superior a Duryodhana en cuanto a fuerza corporal. Por otra parte, Duryodhana es superior en el arte de luchar con una maza. Tomando esto en cuenta, opino que ninguno de ustedes es inferior al otro en la lucha. Bajo estas circunstancias, hay muy pocas posibilidades de que uno de ustedes sea derrotado por el otro. En consecuencia, les pido que no pierdan su tiempo luchando de esta manera. Deseo que detengan esta lucha innecesaria».
La buena instrucción dada por el Señor Balarāma tanto a Bhīmasena como a Duryodhana, estaba dirigida a beneficiar a ambos por igual. Pero ellos estaban tan absortos en la ira del uno contra el otro, que solamente podían recordar la enemistad personal que había existido por mucho tiempo entre ellos. Cada uno de ellos pensaba solamente en matar al otro, y no le dieron mucha importancia a la instrucción del Señor Balarāma. Así pues, ambos se volvieron como locos al recordar las fuertes acusaciones y el mal comportamiento que habían intercambiado entre sí.
El Señor Balarāma, pudiendo comprender el destino que les esperaba, no sintió deseos de seguir con el asunto. Por consiguiente, en lugar de quedarse, decidió regresar a la ciudad de Dvārakā. Cuando regresó a Dvārakā, los parientes y amigos, encabezados por el rey Ugrasena y otras personas mayores, lo recibieron con gran júbilo, todos ellos se acercaron para darle la bienvenida al Señor Balarāma.
Después de esto, de nuevo fue al lugar santo de peregrinaje de Naimişāraņya, y los sabios, personas santas y brāhmaņas lo recibieron de pie. Ellos comprendieron que el Señor Balarāma, a pesar de ser un kşatriya, estaba ahora retirado de los asuntos de combate. Los brāhmaņas y los sabios, quienes siempre estaban a favor de la paz y de la tranquilidad, estaban muy complacidos con eso. Todos abrazaron a Balarāma con gran afecto, y lo indujeron a que ejecutara varios tipos de sacrificios en ese lugar sagrado de Naimişāraņya.
En realidad, el Señor Balarāma no tenía por qué ejecutar los sacrificios recomendados para los seres humanos ordinarios; Él es la Suprema Personalidad de Dios y, por consiguiente, Él Mismo es el disfrutador de todos esos sacrificios. Por ello, Su acción ejemplar de ejecutar sacrificios, sólo tenía por objeto enseñarle una lección al hombre común, mostrando cómo uno debe guiarse por los mandatos de los Vedas.
La Suprema Personalidad de Dios, Balarāma, instruyó a los sabios y a las personas santas de Naimişāraņya en lo referente a la relación que tienen las entidades vivientes con esta manifestación cósmica, en cómo uno debe aceptar este universo enero, y en cómo uno debe relacionarse con el cosmos para alcanzar la meta más elevada perfección: la comprensión de que toda la manifestación cósmica depende de la Suprema Personalidad de Dios y que, mediante la función de Su aspecto Paramātma, la Suprema Personalidad de Dios es también omnipresente, encontrándose incluso en el más minúsculo de los átomos.
El Señor Balarāma llevó a cabo entonces el baño avabhŗtha, el cual se realiza al terminar las ejecuciones de sacrificio. Después de bañarse, se visitó con ropa nueva de seda, y se adornó con hermosas joyas en medio de Sus parientes y amigo. Él parecía ser una Luna llena que brilla entre los luminares del cielo.
El Señor Balarāma es la Personalidad de Dios, Ananta Mismo; por lo tanto, Él está más allá del alcance de la comprensión de la mente, de la inteligencia o del cuerpo. Él descendió exactamente como un ser humano y se comportó como tal, para satisfacer Su propio propósito; solamente podemos explicar Sus actividades, diciendo que son los pasatiempos del Señor. Nadie puede ni siquiera calcular hasta dónde se extienden las actividades ilimitadas de Sus pasatiempos, pues Él es todopoderoso.
El Señor Balarāma es el Vişņu original, en consecuencia, aquel que recuerde estos pasatiempos del Señor Balarāma por la mañana y por la tarde, con certeza se volverá un gran devoto de la Suprema Personalidad de Dios, y de esa manera su vida será un éxito en todo aspecto.
Texto extraído de: “Libro de Krishna – Cap. 78, titulado: «La liberación de Balvala y el recorrido del Señor Balarāma por los lugares sagrados».
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