lunes, 10 de noviembre de 2008

BALARĀMA MATA A LOS DEMONIOS - 2º Parte

BALARĀMA
MATA AL DEMONIO

PRALAMBĀSURA


Krishna, la fuente del placer, tocando Su flauta y acompañado por Su hermano mayor, Balarāma, y otros pastorcillos y vacas, entró en el bello bosque de Vŗndāvana a disfrutar de la atmósfera. Ellos caminaron en medio de las hojas recién brotadas de árboles cuyas flores semejaban plumas de pavo real. Estaban enguirnaldados con esas flores y adornados con tiza azafrán. Algunas veces bailaban y cantaban, y otras veces luchaban unos con otros.

Mientras Krishna danzaba, algunos de los pastorcillos de vacas cantaban y otros tocaban sus flautas; algunos sonaban sus cuernos de búfalo o aplaudían con sus manos, alabando a Krishna:

«Querido hermano, estás bailando muy hermosamente». En realidad, todos estos niños eran semidioses que descendieron de los planetas superiores para asistir a Krishna en Sus pasatiempos. Los semidioses, ataviados con ropas de pastorcillos de vacas, animaban a Krishna en Su danza, tal como un artista anima a otro con alabanzas.

Hasta este momento, ni Balarāma ni Krishna se habían sometido a la ceremonia de cortarse el cabello, y por eso sus cabellos estaban agrupados como las plumas de los cuervos. Ellos siempre estaban jugando al escondite con Sus compañeros, o saltando o luchando unos con otros. Algunas veces, mientras Sus amigos cantaban y danzaban, Krishna los alababa diciendo: «Mis queridos amigos, ustedes danzan y cantan muy primorosamente».



Los niños jugaban a atrapar la pelota, con frutas en forma de campana y āmalaki redondo. Ellos jugaban a la gallina ciega, retándose y tocándose unos a otros. Algunas veces imitaban al venado del bosque y a diversas clases de aves. Ellos bromeaban unos con otros imitando el croar de las ranas, y disfrutaban meciéndose bajo los árboles. A veces, ellos jugaban al rey y sus súbditos entre ellos mismos. En esta forma, Balarāma y Krishna, junto con todos Sus amigos, realizaban toda clase de juegos y disfrutaban de la atmósfera reconfortante de Vŗndāvana, la cual estaba llena de ríos, lagos, riachuelos, árboles magníficos y frutas y flores excelentes.

Una vez, mientras ellos se ocupaban en pasatiempos trascendentales, un gran demonio, de nombre Pralambāsura, se unió a ellos deseando raptar tanto a Balarāma como a Krishna. Aunque Krishna desempeñaba el papel de un pastorcillo de vacas, por ser la Suprema Personalidad de Dios podía comprenderlo todo —el pasado, el presente y el futuro— Así, cuando Pralambāsura se unió a ellos, Krishna comenzó a pensar en cómo matar al demonio, pero exteriormente lo recibió como a un amigo. Él dijo: «¡Oh, mi querido amigo!, es muy bueno que hayas venido a tomar parte en nuestros pasatiempos». Krishna llamó entonces a todos Sus amigos y les ordenó: «Ahora juguemos en parejas. Competiremos unos con otros en pareja».

Luego de esta propuesta, todos los niños se reunieron. Algunos de ellos tomaron el lado de Krishna, y otros tomaron el de Balarāma y se dispusieron a jugar en un duelo. Los miembros derrotados en el duelo tenían que cargar sobre sus espaldas a los miembros victoriosos.

Ellos comenzaron a jugar, y al mismo tiempo vigilaban a las vacas a medida que avanzaban a través del bosque de Bhāņdīravana. El bando de Balarāma, acompañado de Śrīdāmā y Vŗşabha, salió victorioso, y el bando de Krishna tuvo que cargarlos en sus espaldas a través del bosque de Bhāņdīravana. La Suprema Personalidad de Dios, Krishna, al ser derrotado, tuvo que cargar a Śrīdāmā sobre Su espalda, y Bhadrasena cargó a Vŗşabha. Imitando su juego, Pralambāsura, quien apareció allí como un pastorcillo de vacas, cargó a Balarāma sobre su espalda.



Pralambāsura era el más grande de los demonios, y él había considerado que Krishna era el más poderoso de los pastorcillos. A fin de evitar la compañía de Krishna, Pralambāsura cargó a Balarāma muy lejos. El demonio era indudablemente muy fuerte y poderoso, pero cargaba a Balarāma, quien se asemeja a una montaña; por eso, el demonio comenzó a sentir la carga, y, en consecuencia, asumió su forma verdadera.

Cuando él apareció en su verdadero aspecto, estaba adornado con un yelmo de oro y aretes, y se veía tal como una nube con rayos, transportando la Luna. Balarāma observó el cuerpo del demonio que se expandía hasta el límite de las nubes, sus ojos deslumbrantes como fuego abrasador y su boca que centelleaba con sus afilados dientes.

Al principio, Balarāma se sorprendió por la aparición del demonio, y comenzó a preguntarse: «¿Cómo es posible que de repente este transportador haya cambiado en todo aspecto?». Mas, con una mente clara, Balarāma pudo rápidamente comprender que estaba siendo llevado lejos de Sus amigos por un demonio que intentaba matarlo.



Inmediatamente, Balarāma golpeó la cabeza del demonio con Su fuerte puño, tal como el rey de los planetas celestiales golpea una montaña con su rayo. Habiendo sido golpeado por el puño de Balarāma, el demonio cayó muerto, tal como una serpiente con la cabeza aplastada, y la sangre brotó de su boca.



Cuando el demonio cayó, hizo un sonido tremendo, y sonó como si una gran colina se estuviese cayendo después de ser golpeada por el rayo del rey Indra. Todos los niños corrieron entonces al lugar. Estando perplejos por la macabra escena, comenzaron a alabar a Balarāma con las palabras siguientes: «¡Bien hecho! ¡Bien hecho!».



Todos ellos comenzaron a abrazar a Balarāma con gran afecto, pensando que Él había regresado de la muerte, y le ofrecieron sus bendiciones y felicitaciones. Todos los semidioses de los planetas celestiales se sintieron muy satisfechos, e hicieron llover flores sobre el cuerpo trascendental de Balarāma, y también le ofrecieron sus bendiciones y felicitaciones por haber matado al gran demonio Pralambāsura.


Texto extraído de: “El Libro de Krishna” Cap. 18 – titulado: «La muerte del demonio Pralambāsura», de SDG A.C. Bhaktivedanta Swami Srila Prabhupada.


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