sábado, 29 de noviembre de 2008

BALARĀMA MATA A LOS DEMONIOS - 8º Parte



BALARĀMA INTENTA
DETENER EL DUELO PERSONAL
ENTRE DUYODHANA Y BHIMASENA


Siguiendo el relato que se narra en las anteriores entradas de este blog, el Señor Balarāma no deseaba ver la destrucción de los dos bandos rivales de la dinastía Kuru, y luego de finalizar su viaje de su peregrinación visitando los lugares sagrados, regresó cuando la batalla de Kurukşetra se encontraba en su momento más terrible. Al saber que Bhīmasena y Duryodhana estaban realizando un duelo personal, el Señor Balarāma intentó detenerlos.



Cuando el Señor Balarāma regresó a Prabhāsartīrtha, oyó de labios de los brāhmaņas que la mayoría de los kşatriyas, que se encontraban en la Batalla de Kurukşetra habían sido matados. Balarāma se sintió aliviado al oír que la carga de mundo se había reducido. El Señor Krishna y Balarāma aparecieron en esta Tierra para aminorar la carga de poder militar creado por los ambiciosos reyes kşatriyas.

Así es la vida materialista: la gente ambiciosamente crea necesidades de más, no estando satisfecha con la solución de las necesidades básicas de la vida, y sus deseos ilegales son frenados por las leyes de la naturaleza o por las leyes de Dios, que aparecen en la forma de hambre, guerra, pestilencias y catástrofes similares.

El Señor Balarāma oyó que, si bien la mayoría de los kşatriyas habían muerto, los Kurus aún estaban combatiendo. Por consiguiente, Él regresó al campo de batalla justo el día en que Bhīmasena y Duryodhana estaban realizando un duelo personal. Siendo el bienqueriente de ambos, el Señor Balarāma quería detenerlos, pero ellos no se detenían.

Cuando el Señor Balarāma apareció en la escena, el Señor Krishna y Arjuna, y el rey Yudhişţhira y sus hermanos menores — Nakula y Sahadeva —, inmediatamente le ofrecieron sus respetuosas reverencias, pero no dijeron nada. La razón de que se quedaran callados se debía a que el Señor Balarāma era un tanto afectuoso con Duryodhana, Duryodhana había aprendido de Balarāmajī el arte de luchar con una maza.

Así pues, mientras la lucha continuaba, el rey Yudhişţhira y otras personas pensaron que Balarāma pudo haber venido para decir algo a favor de Duryodhana, y, por lo tanto, permanecieron callados. Tanto Duryodhana como Bhīmasena eran grandes entusiastas de la lucha con mazas y, en medio de grandes públicos, cada uno trataba muy hábilmente de golpear al otro, y mientras trataban de hacerlo, parecían estar bailando. Pero a pesar de que parecían estar bailando, estaba claro que ambos estaban muy furiosos.

El Señor Balarāma, queriendo detener la lucha, dijo:

«Mi querido rey Duryodhana y Bhīmasena, Yo sé que ustedes dos son dos grandes combatientes y que con bien conocidos en el mundo como grandes héroes, pero aun así creo que Bhīmasena es superior a Duryodhana en cuanto a fuerza corporal. Por otra parte, Duryodhana es superior en el arte de luchar con una maza. Tomando esto en cuenta, opino que ninguno de ustedes es inferior al otro en la lucha. Bajo estas circunstancias, hay muy pocas posibilidades de que uno de ustedes sea derrotado por el otro. En consecuencia, les pido que no pierdan su tiempo luchando de esta manera. Deseo que detengan esta lucha innecesaria».

La buena instrucción dada por el Señor Balarāma tanto a Bhīmasena como a Duryodhana, estaba dirigida a beneficiar a ambos por igual. Pero ellos estaban tan absortos en la ira del uno contra el otro, que solamente podían recordar la enemistad personal que había existido por mucho tiempo entre ellos. Cada uno de ellos pensaba solamente en matar al otro, y no le dieron mucha importancia a la instrucción del Señor Balarāma. Así pues, ambos se volvieron como locos al recordar las fuertes acusaciones y el mal comportamiento que habían intercambiado entre sí.

El Señor Balarāma, pudiendo comprender el destino que les esperaba, no sintió deseos de seguir con el asunto. Por consiguiente, en lugar de quedarse, decidió regresar a la ciudad de Dvārakā. Cuando regresó a Dvārakā, los parientes y amigos, encabezados por el rey Ugrasena y otras personas mayores, lo recibieron con gran júbilo, todos ellos se acercaron para darle la bienvenida al Señor Balarāma.

Después de esto, de nuevo fue al lugar santo de peregrinaje de Naimişāraņya, y los sabios, personas santas y brāhmaņas lo recibieron de pie. Ellos comprendieron que el Señor Balarāma, a pesar de ser un kşatriya, estaba ahora retirado de los asuntos de combate. Los brāhmaņas y los sabios, quienes siempre estaban a favor de la paz y de la tranquilidad, estaban muy complacidos con eso. Todos abrazaron a Balarāma con gran afecto, y lo indujeron a que ejecutara varios tipos de sacrificios en ese lugar sagrado de Naimişāraņya.

En realidad, el Señor Balarāma no tenía por qué ejecutar los sacrificios recomendados para los seres humanos ordinarios; Él es la Suprema Personalidad de Dios y, por consiguiente, Él Mismo es el disfrutador de todos esos sacrificios. Por ello, Su acción ejemplar de ejecutar sacrificios, sólo tenía por objeto enseñarle una lección al hombre común, mostrando cómo uno debe guiarse por los mandatos de los Vedas.

La Suprema Personalidad de Dios, Balarāma, instruyó a los sabios y a las personas santas de Naimişāraņya en lo referente a la relación que tienen las entidades vivientes con esta manifestación cósmica, en cómo uno debe aceptar este universo enero, y en cómo uno debe relacionarse con el cosmos para alcanzar la meta más elevada perfección: la comprensión de que toda la manifestación cósmica depende de la Suprema Personalidad de Dios y que, mediante la función de Su aspecto Paramātma, la Suprema Personalidad de Dios es también omnipresente, encontrándose incluso en el más minúsculo de los átomos.



El Señor Balarāma llevó a cabo entonces el baño avabhŗtha, el cual se realiza al terminar las ejecuciones de sacrificio. Después de bañarse, se visitó con ropa nueva de seda, y se adornó con hermosas joyas en medio de Sus parientes y amigo. Él parecía ser una Luna llena que brilla entre los luminares del cielo.

El Señor Balarāma es la Personalidad de Dios, Ananta Mismo; por lo tanto, Él está más allá del alcance de la comprensión de la mente, de la inteligencia o del cuerpo. Él descendió exactamente como un ser humano y se comportó como tal, para satisfacer Su propio propósito; solamente podemos explicar Sus actividades, diciendo que son los pasatiempos del Señor. Nadie puede ni siquiera calcular hasta dónde se extienden las actividades ilimitadas de Sus pasatiempos, pues Él es todopoderoso.

El Señor Balarāma es el Vişņu original, en consecuencia, aquel que recuerde estos pasatiempos del Señor Balarāma por la mañana y por la tarde, con certeza se volverá un gran devoto de la Suprema Personalidad de Dios, y de esa manera su vida será un éxito en todo aspecto.


Texto extraído de: “Libro de Krishna – Cap. 78, titulado: «La liberación de Balvala y el recorrido del Señor Balarāma por los lugares sagrados».




BALARĀMA MATA A LOS DEMONIOS - 7º Parte



BALARĀMA
VISITA
LUGARES SANTOS
DE PEREGRINAJE



Tal como se relatara en anteriores entradas de este blog, cuando el Señor Balarāma supo que los dos bandos rivales de la dinastía Kuru, uno encabezado por Duryodhana y el otro por los Pāņdavas, se estaban preparando para luchar, Él no deseo tomar parte activa a favor de ninguno de los bandos, y abandonó Dvārakā con el pretexto de visitar diversos lugares santos de peregrinaje.


En primer lugar, visitó el sitio de peregrinaje conocido como Prabhāsakşetra. Se bañó allí y apaciguó a los brāhmaņas locales, y ofreció oblaciones a los semidioses, pītas, grandes sabios y gente en general, de acuerdo con las ceremonias rituales védicas. Ése es el método védico de visitar los lugares santos. Después de esto, acompañado por algunos brāhmaņas respetables, decidió visitar diferentes lugares que en encontraban en la ribera del río Sarasvatī.

Gradualmente visitó lugares tales como Pŗthūdaka, Bindusara, Tritakūpa, Sudarśanatīrtha, Viśālatīrtha, Brahmatīrtha y Cakratīrtha. Además de éstos, también visitó todos los lugares santos de la ribera del Yamunā y de la ribera del Ganges. Así pues, gradualmente llegó el lugar santo conocido como Naimişāraņya.

Después de los incidentes de darle muerte a Romaharşaņa Sūta y al demonio Balvala, el Señor Balarāma pidió el permiso de los brāhmaņas reunidos en Naimişāraņya, y acompañado por otros brāhmaņas, fue a la ribera del río Kauşikī. Después de bañarse en ese lugar sagrado, se dirigió hacia el río Sarayū y visitó la fuente del mismo.

Él comenzó a viajar por la ribera del río Sarayū, y gradualmente llegó a Prayāga, donde hay una confluencia de tres ríos: el Ganges, el Yamunā y el Sarasvatī. También aquí se bañó regularmente, adoró los templos locales de Dios, y, tal como está prescrito en la literatura védica, ofreció oblaciones a los antepasados y a los sabios. Gradualmente, llegó al āśrama del sabio Pulaha, y de allí fue a Gandakī, que se encuentra en las riberas del río Gomatī. Después de esto se bañó en el río Vipāśā. Luego, llegó de forma gradual a la ribera del río Śoņa. (El río Śoņa todavía fluye como uno de los grandes ríos de la provincia Behar.) También allí se bañó y ejecutó las ceremonias rituales védicas.


Él continuó Su viaje, y gradualmente llegó a la ciudad de peregrinaje de Gayā, donde hay un célebre templo de Vişņu. Siguiendo el consejo de su padre Vasudeva, Él ofreció oblaciones a los antepasados en ese templo de Vişņu. De allí viajó hacia el delta del Ganges, donde el sagrado río Ganges se mezcla con las aguas de la bahía de Bengala. Este lugar sagrado se llama Gaņgā-sāgara, y hasta el día de hoy, todos los años a fines de enero, se celebra una gran asamblea de personas santas y de hombres piadosos, así como en Prayāga se celebra todos los años una asamblea de personas santas que se llama la Feria de Māgha-melā.


Después de terminar Su baño y Sus ceremonias rituales de Gańgāsāgara, el Señor Balarāma se dirigió hacia la montaña conocida como Mahendra Parvara. En ese lugar se encontró con Paraśurāma, la encarnación del Señor Krishna, y le ofreció respetos postrándose ante Él. Después de esto, gradualmente se dirigió hacia el sur de la India, y visitó las riberas del río Godāvarī. Luego de bañarse en el río Godāvarī y de ejecutar las ceremonias rituales necesarias, visitó gradualmente los otros ríos —el Veņā, el Pampā y el Bhīmarathī—. En la ribera del río Bhīmarathī hay una deidad llamada Svāmī Kārttikeya. Después de visitar a Kārttikeya, el Señor Balarāma gradualmente avanzó hacia Śailapura, una ciudad de peregrinaje que se encuentra en la Provincia Mahārāşţra. Él se dirigió entonces gradualmente hacia Dravidadeśa.

El Sur de la India está dividido en cinco partes, llamadas Pañcadravida. Todos los ācāryas importantes de la era moderna —Śańkarācārya, Rāmānujācārya, Madhvācārya, Vişņusvāmī y Nimbārka— hicieron su advenimiento en estas Provincias Dravidas. El Señor Caitanya apareció en Bengala, que es una parte de los cinco Gaudadeśas.

El lugar más importante de peregrinaje del sur de la India o Dravida, es Veńkaţācala, comúnmente conocido como Bālajī. Después de visitar este lugar, el Señor Balarāma se dirigió hacia Vişņukāñcī, y de allí avanzó por la ribera del Kāverī. Él se bañó en el río Kāverī; luego llegó gradualmente a Rańgakşetra. En Rańgakşetra se encuentra el templo más grande del mundo, y la deidad de Vişņu es célebre como Rańganātha. Un templo de Rańganātha similar se encuentra en Vŗndāvana, aunque no es tan grande como el templo de Rańgakşetra.


Mientras iba a Vişņukāñcī, el Señor Balarāma también visitó Śivakāñcī. Después de visitar Rańgakşetra, se dirigió gradualmente hacia Mathurā, comúnmente conocido como el Mathurā del sur de la india. Después de visitar este lugar, se dirigió de forma gradual hacia Setubandha. Sethubandha es el lugar donde el Señor Rāmacandra construyó el puente de piedra que iba de la India a Lańkā (Ceilán).

En este lugar particularmente sagrado, el Señor Balarāma distribuyó diez mil vacas a los sacerdotes brāhmaņas locales. Es costumbre védica que cuando un visitante rico va a cualquier lugar de peregrinaje, les dé regalos a los sacerdotes locales a manera de caridad, en la forma de caballos, vacas, ornamentos y ropa. Este sistema de visitar lugares de peregrinaje y proveer a los sacerdotes brāhmaņas locales de lo que se requiere para satisfacer las necesidades de la vida, se ha deteriorado mucho en esta era de Kali.


La sección más rica de la población, a causa de su degradación en cuanto a su cultura védica, ya no está atraída de tales visitantes, también han desmejorado su deber profesional de ayudar a éstos. Esos sacerdotes brāhmaņas de los lugares sagrados de peregrinaje se llaman paņda o paņdita. Esto significa que anteriormente ellos eran brāhmaņas muy eruditos, y solían guiar a los visitantes en todos los detalles referentes al propósito de ir allí, y así, tanto los visitantes como los sacerdotes se beneficiaban mediante la cooperación mutua.

De la descripción que se encuentra en El Śrīmad-Bhāgavatam se entiende claramente que cuando el Señor Balarāma estaba visitando los diferentes lugares de peregrinaje, Él siguió correctamente el sistema védico. Después de distribuir vacas en Setubandha, el Señor Balarāma se dirigió hacia los ríos Kŗtamālā y Tāmraparņī. Estos dos ríos son célebres como sagrados, y el Señor Balarāma se bañó en ambos. Luego se dirigió hacia Colina Malaya. Esta Colina Malaya es muy grande, y se dice que es uno de los siete picos llamados Las Colinas Malaya. El gran sabio Agastya solía vivir allí, y el Señor Balarāma lo visitó y le ofreció Sus respetos postrándose ante él. Después de recibir las bendiciones del sabio, el Señor Balarāma, con el permiso del sabio, se dirigió hacia el océano Índico.

En la punta de cabo hay un gran templo de la diosa Dūrga en el que se le conoce como Kanyākumārī. Este templo de Kanyākumārī también fue visitado por el Señor Rāmacandra, y, por lo tanto, ha de comprenderse que el templo ha existido por millones de años. De allí, el Señor Balarāma fue a visitar la ciudad de peregrinaje conocida como Phālgunatīrtha, la cual está en la ribera del océano índico, o el océano del Sur. Phālgunatīrtha es célebre porque el Señor Vişņu en Su encarnación de Ananta yace allí.

De Phālgunatīrtha, el Señor Balarāma fue a visitar otro lugar de peregrinaje, conocido como Pañcapsarada. Allí también e bañó conforme a los principios regulativos, y observó las ceremonias rituales. Este paraje también es célebre como un lugar de adoración del Señor Vişņu; en consecuencia, el Señor Balarāma distribuyó diez mil vacas entre los sacerdotes brāhmaņas locales.

De Cabo Comorín, el Señor Balarāma se dirigió hacia Kerala. El país de Kerala todavía existe en el sur de la India bajo el nombre de Kerala del Sur. Después de visitar este lugar, llegó a Gokarņatīrtha, donde se adora al Señor Śiva constantemente, Balarāma visitó luego el templo de ņryādevī, que está completamente rodeado de agua. De esa isla, siguió hacia un lugar conocido como Śūrpāraka. Después de esto, se bañó en los ríos conocidos como Tāpi, Payoşņī y Nirvindhyā, y llegó al bosque conocido como Daņdakāraņya. Éste es el mismo bosque Daņdākāraņya donde el Señor Rāmacandra vivió mientras estuvo en el exilio.

A continuación, el Señor Balarāma llegó a la ribera del río Narmadā, el río más grande la India central. En la ribera de este sagrado Narmadā, hay un lugar de peregrinaje conocido como Māhişmati Purī. Después de bañarse allí de acuerdo con los principios regulativos, el Señor Balarāma regresó a Prabhāsatīrtha, donde había comenzado Su viaje.

Texto extraído de: “Libro de Krishna – Cap. 78, titulado: «La liberación de Balvala y el recorrido del Señor Balarāma por los lugares sagrados».

BALARĀMA MATA A LOS DEMONIOS - 6º Parte


BALARĀMA MATA
AL DEMONIO BALVALA


En el lugar santo llamado Naimişāraņya, en momentos que se estaba celebrando una gran asamblea de trascendentalistas, y se estaba ejecutando un sacrificio con el propósito de comprender la vida espiritual y la autorrealización, el Señor Balaram visitó el lugar y debido a la actitud engreída de Romaharşaņa Sūta, el señor Supremo procedió a matarlo golpeándolo simplemente con una brizna de hierba kuśa. (Este pasatiempo ha sido relatado en la anterior entrada de este blog).



Luego de haber dado muerte a Romaharşaņa, el Señor Balaram se colocó en la posición de un kşatriya ordinario, y les informó a los sabios allí reunidos que Él estaría dispuesto a aceptar cualquier cosa que ellos sugirieran, a fin de expiar el haberle dado muerte a Romaharşaņa. Los brāhmaņas le sugirieron que expiara Su acción de una forma que fuese benéfica para ellos, y por consiguiente le dijeron:

«Querido Señor nuestro, hay un demonio de nombre Balvala. Es el hijo de Ilvala, pero es un demonio muy poderoso, y visita este sagrado lugar de sacrificio cada quince días, en los días de Luna llena y en los días en que no hay Luna, y crea un gran disturbio en la ejecución de nuestros deberes en el sacrificio. ¡Oh, descendiente de la familia Daśārha, todos te pedimos que mates a este demonio. Creemos que si tienes la bondad de matarlo, eso constituirá Tu expiación a favor nuestro.

El demonio a veces viene aquí y lanza profusamente sobre nosotros cosas contaminadas e impuras, como pus, sangre, excremento, orina y vino, y contamina este lugar sagrado al derramar sobre nosotros una lluvia de esas inmundicias. Después de matar a Balvala, puedes continuar recorriendo todos estos lugares sagrados de peregrinaje por doce meses, y, de esa manera, quedarás completamente libre de toda contaminación. Ésa es nuestra prescripción».

El Señor Balarāma se preparó para enfrentarse al demonio Balvala. En el momento en que normalmente el demonio atacaba el lugar sagrado, apareció una gran tormenta de granizo, el cielo entero de cubrió de polvo, y la atmósfera se sobrecargó de un olor apestoso. Justamente después de esto, el malicioso demonio Balvala empezó a hacer llover torrentes de excremento y orina, y otras sustancias impuras, sobre la arena del sacrificio.

Después de este ataque violento, el demonio mismo apareció con un gran tridente en su mano. Él era una persona gigantesca, y su negro cuerpo era como una inmensa masa de carbón. Sus cabellos, su barba y su bigote se veían rojizos como el cobre, y a causa de su gran barba y bigote, su boca parecía ser muy peligrosa y fiera.

El Señor Balarāma se preparó para atacar al demonio tan pronto como lo vio. En primer lugar, consideró cómo podría aplastar al gran demonio y volverlo pedazos. El Señor Balarāma llamó a Su arado y a Su maza, y éstos aparecieron de inmediato ante Él. El demonio Balvala estaba volando por el cielo, y el Señor Balarāma, en la primera oportunidad que tuvo, lo arrastró hacia abajo con Su arado, y furiosamente aplastó la cabeza del demonio con Su maza. La frente del demonio se fracturó con los golpes de Balarāmajī. Hubo una profusa corriente de sangre que manaba de su frente, y él empezó a gritar fuertemente.



Así pues, el demonio, que había sido una gran perturbación para los piadosos brāhmaņas, cayó al suelo. Su caída fue como la de una gran montaña con un pico de color rojo óxido, al ser golpeada por un rayo y aplastada contra el suelo.

Los habitantes de Naimişāraņya, brāhmaņas y sabios eruditos, se sintieron muy complacidos al ver esto, y ofrecieron sus oraciones respetuosas al Señor Balarāma. Ellos ofrecieron sus más sinceras bendiciones al Señor, y todos estuvieron de acuerdo en que todo intento que hiciera el Señor Balarāma para realizar algo, nunca sería un fracaso.

Los sabios y los brāhmaņas ejecutaron entonces un baño ceremonial del Señor Balarāma, tal como los semidioses bañan al rey Indra cuando vence a los demonios. Los brāhmaņas y los sabios honraron al Señor Balarāma obsequiándole ropa nueva y ornamentos de primera clase, y la guirnalda de la victoria hecha de flores de loto, que era el manantial de toda belleza, y que nunca habría de secarse, ya que existía de forma sempiterna.


Texto extraído de: “Libro de Krishna – Cap. 78, titulado: «La liberación de Balvala y el recorrido del Señor Balarāma por los lugares sagrados».


BALARĀMA MATA A LOS DEMONIOS - 5º Parte



BALARĀMA MATA
A ROMAHARŞAŅA SŪTA


Una vez, el Señor Balarāma oyó que se estaba organizando un combate entre los dos bandos rivales de la dinastía Kuru, uno encabezado por Duryodhana y el otro por los Pāņdavas. A Él no le gustó la idea de que iba a servir solamente de mediador para detener la lucha. Siendo insoportable para Él no tomar parte activa a favor de ninguno de los bandos, abandonó Dvārakā con el pretexto de visitar diversos lugares santos de peregrinaje.

En primer lugar, visitó el sitio de peregrinaje conocido como Prabhāsakşetra. Se bañó allí y apaciguó a los brāhmaņas locales, y ofreció oblaciones a los semidioses, pītas, grandes sabios y gente en general, de acuerdo con las ceremonias rituales védicas. Ése es el método védico de visitar los lugares santos. Después de esto, acompañado por algunos brāhmaņas respetables, decidió visitar diferentes lugares que en encontraban en la ribera del río Sarasvatī.

Gradualmente visitó lugares tales como Pŗthūdaka, Bindusara, Tritakūpa, Sudarśanatīrtha, Viśālatīrtha, Brahmatīrtha y Cakratīrtha. Además de éstos, también visitó todos los lugares santos de la ribera del Yamunā y de la ribera del Ganges. Así pues, gradualmente llegó el lugar santo conocido como Naimişāraņya.



Este lugar santo, Naimişāraņya, aun existe en la India, y en tiempos antiguos se usaba especialmente para las reuniones que realizaban grandes sabios y personas santas con el propósito de comprender la vida espiritual y la autorrealización. Cuando el Señor Balarāma visitó este lugar, una gran asamblea de trascendentalistas estaba ejecutando un sacrificio. Tales reuniones estaban planeadas para que duraran miles de años.

Cuando el Señor Balarāma llegó, todos los participantes de la reunión —grandes sabios, ascetas, brāhmaņas y eruditos entendidos— inmediatamente se levantaron de sus asientos y le dieron la bienvenida con gran honor y respeto. Algunos le ofrecieron respetuosas reverencias y aquellos que eran sabios y brāhmaņas mayores, le ofrecieron bendiciones poniéndose de pie. Después de esta formalidad, al Señor Balarāma se le ofreció un asiento adecuado, y todos los presentes lo adoraron.

Todo el mundo en la asamblea se puso de pie ante la presencia de Balarāma, porque sabían que es la Suprema Personalidad de Dios. Educación o erudición significa comprender a la Suprema Personalidad de Dios; por lo tanto, a pesar de que el Señor Balarāma apareció en la Tierra como un kşatriya, todos los brāhmaņas y sabios se levantaron porque sabían quién era el Señor Balarāma.

Desafortunadamente, después de ser adorado y de estar sentado en Su lugar, el Señor Balarāma vio que Romaharşaņa, el discípulo de Vyāsadeva (la encarnación literaria de Dios), se encontraba aún sentado en el vyāsāsana. Él no había levantado de su asiento ni le había ofrecido respetos. Debido a que estaba sentado en el vyāsāna, tontamente se creyó más grande que el Señor; de modo que no se bajó de su asiento ni se postró ante el Señor. El Señor Balarāma pensó entonces en la historia de Romaharşaņa: él nació de una familia sūta, o familia mixta, de una mujer brāhmaņa y un hombre kşatriya. En consecuencia, a pesar de que Romaharşaņa consideraba a Balarāma un kşatriya, no debió haberse quedado sentado en un asiento más elevado.

El Señor Balarāma consideró que Romaharşaņa, de acuerdo con su posición por nacimiento, no debió haber aceptado el asiento más elevado, pues había muchos sabios y brāhmaņas eruditos presentes. También observó que Romaharşaņa no solamente no se había bajado de su excelso asiento, sino que ni siquiera se había levantado para ofrecer sus respetos al entrar Balarāmajī en la asamblea. Al Señor Balarāma no le gustó la audacia de Romaharşaņa, y se disgustó mucho con él.

Cuando una persona está sentada en el vyāsāna, generalmente no se tiene que levantar para recibir a una persona en particular que entra en la asamblea, pero en este caso la situación era diferente, porque el Señor Baladeva no es un ser humano ordinario. Por consiguiente, a pesar de que todos los brāhmaņas eligieron a Romaharşaņa Sūta para que se sentara en el vyāsāna, él debió haber seguido el comportamiento de otros brāhmaņas y sabios eruditos que estaban presentes, y debió haber sabido que el Señor Balarāma es la Suprema Personalidad de Dios. A Él siempre se le debe respeto, si bien ese respeto puede dejar de darse e el caso de un hombre ordinario.

El propósito de las apariciones de Krishna y de Balarāma es especialmente el restablecer los principios religiosos. Como se dice en El Bhagavad-gītā, el principio religiosos más elevado es rendirse a la Suprema Personalidad de Dios. También se confirma en El Śrīmad-Bhāgavatam que la perfección más elevada de la religión es estar ocupado en el servicio devocional al Señor.

Cuando el Señor Balarāma vio que Romaharşaņa Sūta no comprendía el principio más elevado de la religión a pesar de haber estudiado todos los Vedas, ciertamente no pudo apoyar su posición. A Romaharşaņa Sūta se le había dado la oportunidad de convertirse en un brāhmaņa perfecto, pero debido a su mal comportamiento en su relación con la Suprema Personalidad de Dios, de inmediato se recordó su bajo nacimiento. A Romaharşaņa Sūta se le había dado la posición de brāhmaņa, pero él no había nacido de la familia de un brāhmaņa; él había nacido de una familia pratiloma.

De acuerdo con el concepto védico, hay dos clases de linajes familiares mixtos. Se llaman anuloma y pratiloma. Cuando un hombre se une con una mujer de casta más baja, la prole se llama anuloma; y cuando un hombre se une con una mujer de una casta más elevada, la prole se llama pratiloma. Romaharşaņa Sūta pertenecía a la familia pratiloma, pues su padre era un kşatriya y su madre era una brāhmaņa. Debido a la que la iluminación trascendental de Romaharşaņa no era perfecta, el Señor Balarāma recordó su herencia pratiloma. Lo que ocurre es que a cualquier hombre se le puede dar la oportunidad de convertirse en un brāhmaņa sin verdadera iluminación, entonces su elevación a la posición brahmínica no es válida.

Después de ver la falta de iluminación Romaharşaņa Sūta, el Señor Balarāma decidió castigarlo por engreído. Así pues, el Señor Balarāma dijo: «Este hombre debería recibir la pena de muerte, pues aunque tiene la buena cualidad de ser un discípulo del Señor Vyāsadeva, y a pesar de que ha estudiado toda la literatura védica con esa inminente personalidad, no fue sumido ante la Suprema Personalidad de Dios».

Como se afirma en El Bhagavad-gītā, una persona que en realidad es brāhmaņa y es muy erudito, automáticamente se vuelve también muy manso. En el caso de Romaharşaņa Sūta, a pesar de que era muy erudito y se le había dado la oportunidad de convertirse en un brāhmaņa, no se había vuelto manso. De este modo podemos aprender que cuando uno está engreído por la adquisición material, no puede adquirir el comportamiento manso, propio de un brāhmaņa.

La erudición de una persona es igual a un joya valiosa que decora la cabeza de una serpiente. A pesar de la valiosa joya que pudiera encontrarse sobre la cabeza de una serpiente, ésta sigue siendo una serpiente, y es tan temible como una serpiente ordinaria. Si una persona no se vuelve mansa y humilde, todos sus estudios de los Vedas y de los Purāņas, y su vasto conocimiento de los śāstras, simplemente se vuelven un vestido externo, tal como el disfraz de un artista de teatro que baila en el escenario.



El Señor Balarāma pensó lo siguiente: «He aparecido con el propósito de castigar a las personas falsas que internamente son impuras pero que externamente se hacen pasar por muy eruditas y religiosas. El hecho de que yo mate a esas personas es lo correcto, para impedirles que cometan actividades pecaminosas ulteriores.

El Señor Balarāma había evitado participar en la Batalla de Kurukşetra, pero aun así, debido a Su posición, el restablecimiento de los principios religiosos era Su deber principal. Considerando estos puntos, mató a Romaharşaņa Sūta simplemente golpeándolo con una paja kuśa, que no era más que una brizna de hierba.

Si alguien pregunta cómo el Señor Balarāma pudo matar a Romaharşaņa Sūta simplemente al golpearlo con una brizna de hierba kuśa, la respuesta se da en El Śrīmad-Bhāgavatam mediante el uso de la palabra prabhu (amo). La posición del Señor es siempre trascendental, y debido a que Él es omnipotente, puede actuar como guste, sin estar obligado a seguir las leyes y principios materiales. Así pues, Él pudo matar a Romaharşaņa Sūta golpeándolo simplemente con una brizna de hierba kuśa.

Con la muerte de Romaharşaņa Sūta, todos los presentes se afligieron mucho, y hubo rugidos y gritos. A pesar de que todos los brāhmaņas y sabios presentes sabían que el Señor Balarāma es la Suprema Personalidad de Dios, no vacilaron en protestar la acción del Señor, y humildemente expusieron lo siguiente:

«Querido Señor nuestro, creemos que Tu acción no está de conformidad con los principios religiosos. Querido Señor Yadunandana, hemos de informarte que nosotros los brāhmaņas colocamos a Romaharşaņa Sūta en esa posición elevada, por todo el tiempo que durara este gran sacrificio. Él estado sentado en el vyāsāsana porque nosotros lo elegimos, y cuando una persona está sentada en el vyāsāsana, es incorrecto que se levante para recibir a alguien.

Además, le otorgamos a Romaharşaņa Sūta un lapso de vida ininterrumpido. Ante esas circunstancias, ya que Su Señoría lo ha matado sin conocer todos esos hechos, creemos que Su acción ha sido igual a la de matar a un brāhmaņa.

Querido Señor, salvador de todas las almas caídas, sabemos con certeza que Tú eres el conocedor de todos los principios védicos. Tú eres el amo de todo poder místico; por lo tanto, generalmente las normas védicas no se pueden aplicar a Tu personalidad. Pero Te pedimos que les otorgues Tu misericordia sin causa a las demás personas, teniendo la bondad de expiar esta acción de haber dado muerte a Romaharşaņa Sūta. Sin embargo, no sugerimos qué tipo de acto debes ejecutar para expiar el haber dado muerte; tan solo sugerimos que adoptes un método de expiación para que otros sigan Tu acción. El hombre ordinario sigue lo que hace una gran personalidad.

El Señor respondió:

«Sí, debo expiar esta acción, la cual puede que haya sido correcta para Mí, pero es incorrecta para otros; por consiguiente, creo que es Mi deber ejecutar un acto de expiación adecuado, prescrito en las Escrituras autorizadas. Simultáneamente, también puedo darle la vida otra vez a este Romaharşaņa Sūta, con una larga duración, suficiente fuerza, y pleno poder de los sentidos. No solamente esto, si lo desean, Me complacerá el otorgarle a él cualquier otra cosa que ustedes pidan. Me agradaría mucho otorgar todos estos dones para complacer sus deseos».

Esta afirmación del Señor Balarāma confirma de un modo definitivo, que la Suprema Personalidad de Dios tiene la libertad de actuar de cualquier manera. Si buen puede que se considere que Su acción de darle muerte a Romaharşaņa Sūta era incorrecta, Él podía contrarrestar la acción de inmediato, con mayores beneficios para todos. Por consiguiente, uno no debe imitar las acciones de la Suprema Personalidad de Dios, tan solo se deben seguir las instrucciones del Señor. Todos los grandes sabios y eruditos sabios allí presentes, se dieron cuenta de que aunque consideraran incorrecta la acción del Señor Balarāma, el Señor podía de inmediato compensarla con mayores beneficios.

No queriendo menospreciar la misión del Señor de matar a Romaharşaņa Sūta, todos ellos oraron: «Querido Señor nuestro, el uso poco común de Tu arma kuśa para matar a Romaharşaņa Sūta puede permanecer tal como es; debido a Tu deseo de matarlo, el no debe ser vuelto de nuevo a la vida. Al mismo tiempo, Su Señoría debe recordar que nosotros los sabios y brāhmaņas le dimos voluntariamente una larga vida; luego esa bendición no debe ser anulada».

Así pues, el pedido de todos los que brāhmaņas eruditos de la asamblea era ambiguo, pues querían mantener intacta la bendición que ellos dieron de que Romaharşaņa Sūta viviría hasta el final del gran sacrificio, y al mismo tiempo no querían anular el hecho de que Balarāma le hubiera dado muerte.

Así pues, la Suprema Personalidad de Dios resolvió el problema de una manera propia de Su excelsa posición, y dijo:

«Debido a que el hijo se produce del cuerpo del padre, es disposición de los Vedas que el hijo es el representante del padre. Por consiguiente, digo que Ugraśravā Sūta, el hijo de Romaharşaņa Sūta, de ahora en adelante debe tomar la posición de su padre y continuar los discursos sobre los Purāņas, y ya que ustedes querían que Romaharşaņa tuviera un largo lapso de vida, esa bendición será transferida a su hijo. El hijo, Ugraśravā, tendrá entonces todas las facilidades que ustedes ofrecieron: un largo lapso de vida en un cuerpo bueno y sano, sin ninguna perturbación, y con plena fuerza de los sentidos».

El Señor Balarāma le imploró luego a todos los sabios y brāhmaņas, que además de la bendición ofrecida al hijo de Romaharşaņa, le pidieran alguna otra bendición, y Él estaría dispuesto a ofrecerla de inmediato. El Señor se colocó de esta manera en la posición de un kşatriya ordinario, y les informó a los sabios que no sabía de qué manera podía expiar el haberle dado muerte a Romaharşaņa, pero que Él estaría dispuesto a aceptar cualquier cosa que ellos sugirieran. Los brāhmaņas podían comprender el propósito del Señor, y, por ello, sugirieron que expiara Su acción de una forma que fuese benéfica para ellos.


La sugerencia de los brāhmaņas fue que matara a un demonio de nombre Balvala quien creaba grandes disturbios cada vea que ellos realización sus deberes en el sacrificio brāhmínicos. Los brāhmaņas le dijeron que luego de liberarlos de la influencia del demonio Balvala, podría continuar recorriendo los lugares sagrados de peregrinaje y quedaría libre de toda contaminación. Esto da lugar a un nuevo pasatiempo que lo relatamos en la próxima entrada de este blog.

Texto extraído de: “Libro de Krishna – Cap. 77, titulado: «La matanza de Dantavakra, Vidūratha y Romaharşaņa».

BALARĀMA MATA A LOS DEMONIOS - 4º Parte


BALARĀMA MATA
AL ASURA (GORILA) DVIVIDA




Mientras Śukadeva Gosvāmī continuaba hablando de los pasatiempos y características trascendentales del Señor Krishna, el rey Parīkşit, al escucharlo, se sentía más y más entusiasmado, y quería seguir oyendo. Śukadeva Gosvāmī narró a continuación la historia de Dvivida, el gorila que fue matado por el Señor Balarāma.

Ese gorila era un gran amigo de Bhaumāsura, o Narakāsura, quien había sido matado por Krishna en relación con el rapto, que él había llevado a cabo, de dieciséis mil princesas de todas partes del mundo. Dvivida era el ministro del rey Sugrīva. Su hermano Mainda también era un rey gorila muy poderoso. Cuando el gorila Dvivida oyó ha historia de cómo su amigo Bhaumāsura había sido matado por el Señor Krishna, planeó hacer daño a todo lo largo del país, para vengar la muerte de Bhaumāsura.


Su primera ocupación fue la de iniciar incendios en aldeas, pueblos y en zonas industriales y mineras, así como en residencias de mercaderes que se ocupaban de las granjas lecheras y de la protección de las vacas. Algunas veces arrancaba una gran montaña y la rompía en pedazos. De esa forma creó grandes disturbios a todo lo largo del país, especialmente en la provincia de Kathwar. La ciudad de Dvārakā estaba situada en esa provincia Kathwar, y debido a que el Señor Krishna solía vivir en esa ciudad. Dvivida la convirtió específicamente en el blanco de sus disturbios.


Dvivida era tan poderoso como diez mil elefantes. En ocasiones él iba a la orilla del mar, y con sus poderosas manos creaba tanta agitación en el agua, que inundaba las ciudades y aldeas vecinas. Él solía ir con frecuencia a las ermitas de grandes sabios y personas santas, y ocasionaba grandes disturbios al destrozar al hermosos jardines y huertos. No sólo creó disturbios de esa manera, sino que a veces orinaba y defecaba en la sagrada arena de sacrificio que ellos tenían. Él contaminaba así toda la atmósfera. También raptaba tanto a hombres como mujeres, llevándoselos de sus residencias a las cuevas de las montañas.


Después de colocarlos en las cuevas, solía cerrar las entradas con grandes pedazos de rocas, como el insecto bhŗitgi, que arresta y se lleva muchas moscas y otros insectos, y los coloca en los agujeros de los árboles en los que vive. De esa forma y con regularidad, se opuso a la ley y al orden del país. No sólo eso, sino que a veces violaba y contaminaba así a las damas de muchas familias aristocráticas.


Mientras creaba esos grandes disturbios por todo el país, algunas veces oía sonidos musicales muy dulces que provenían de la montaña Raivataka, y por ello entró en esa región montañosa. Allí vio que el Señor Balarāma se encontraba en medio de muchas hermosas jóvenes, disfrutando de su compañía mientras cantaba y bailaba. Él quedó cautivado por las hermosas características del cuerpo del Señor Balarāma, siendo muy hermosas todas y cada una de las partes de Su cuerpo, adornado como se encontraba con una guirnalda de flores de loto. De forma similar, todas las jóvenes presentes, adornadas y enguirnaldadas con flores, exhibían mucha belleza. El Señor Balarāma parecía encontrarse completamente embriagado por haber tomado la bebida Vārunī, y Sus ojos parecían dar vueltas por el estado de ebriedad en el que se encontraba. El Señor Balarāma parecía el rey de los elefantes en medio de sus muchas elefantas.


Ese gorila de nombre Dvivida podía encaramarse encima de los árboles y saltar de una rama a otra. Algunas veces le daba un tirón a las ramas, creando un tipo particular de sonido —«kila, kila»— de forma tal que el Señor Balarāma se distrajo mucho de la agradable atmósfera que lo rodeaba. Algunas veces Dvivida se presentaba ante las mujeres y exhibía diferentes tipos de muecas. Por naturaleza, las jóvenes tenían la tendencia a disfrutar de todas las cosas con risas y chistes, y cuando el gorila apareció ante ellas, no lo tomaron muy en serio, sino que simplemente se rieron de él. Sin embargo, el gorila era tan grosero, que aun en presencia de Balarāma comenzó a mostrar la parte inferior de su cuerpo a las mujeres, y a veces se acercaba para mostrar sus dientes mientras movía sus cejas. Él faltó al respeto a las mujeres aun en presencia de Balarāma.


El nombre del Señor Balarāma connota no solamente que es muy poderoso, sino que también se complace en exhibir fuerza extraordinaria. Así que Él cogió una roca y se la lanzó a Dvivida. Sin embargo, el gorila evitó muy diestramente ser golpeado por la roca. Para insultar a Balarāma, el gorila se llevó el tarro de tierra en el que se guardaba Vārunī. Dvivida, habiéndose así embriagado, comenzó, con su fuerza limitada, a arrancar todas las valiosas ropas que usaban el Señor Balarāma y las jóvenes acompañantes. Él estaba tan envanecido, que creyó que Balarāma no podía hacer nada para castigarlo, y continuó ofendiendo a Balarāmajī y a Sus compañeras.


Cuando el Señor Balarāma vio personalmente los disturbios que había creado el gorila, y oyó que él ya había realizado muchas actividades dañinas en todo el país, se puso muy furioso y decidió matarlo. De inmediato tomó su maza en Sus manos. El gorila se dio cuenta de que ahora Balarāma lo iba a atacar. Para contraatacar a Balarāma, de inmediato arrancó un gran árbol de roble y, con una gran fuerza, fue donde el Señor Balarāma e intentó golpear Su cabeza. No obstante, el Señor Balarāma de inmediato agarró el gran árbol y permaneció imperturbable, igual que una gran montaña.


Para contraatacar, Él tomó Su maza de nombre Sunanda, y comenzó a golpear al gorila con ella. La cabeza del gorila fue herida severamente. Chorros de sangre fluían de su cabeza con gran fuerza, pero la corriente de sangre realzaba su belleza, así como una corriente de manganeso líquido que sale de una gran montaña. Los golpes de la maza de Balarāma ni siquiera lo perturbaron ligeramente. Por el contrario, de inmediato arrancó otro gran árbol de roble, y después de cortar todas sus hojas, comenzó a golpear la cabeza de Balarāma con él. Pero Balarāma, con la ayuda de Su maza, destrozó el árbol en pedazos, y la lucha continuó.


Cada vez que el gorila sacaba otro gran árbol para golpear a Balarāma, el Señor Balarāma lo destrozaba en pedazos golpeándolo con Su maza. El gorila Dvivida agarraba otro árbol de otro lugar, y de nuevo atacaba a Balarāma de la misma manera. Como resultado de esta lucha continua, el bosque se quedó sin árboles. Cuando ya no había más árboles disponibles, Dvivida se valió de las colinas, y lanzó enormes pedazos de rocas, como lluvia, sobre el cuerpo de Balarāma.


El Señor Balarāma, también con un humor muy deportivo, comenzó a destrozar aquellos enormes pedazos de rocas, convirtiéndolas en meras piedrecitas. El gorila, siendo despojado de todos los árboles y losas de piedra, se paró ante Él y agitó sus fuertes puños. Luego, con gran fuerza, comenzó a golpear el pecho del Señor Balarāma con sus puños. Esta vez, el Señor Balarāma se puso de lo más furioso. Como el gorila lo estaba golpeando con sus manos, Él no lo golpearía con Sus propias armas, la maza o el arado. Sólo con Su puño comenzó a golpear la clavícula del gorila. Estos golpes resultaron ser fatales para Dvivida, quien de inmediato vomitó sangre y cayó inconsciente al suelo. Cuando el gorila cayó, parecía que todas las colinas y los bosques se tambaleaban.

Después de este horrible incidente, todos los Siddhas, grandes sabios y personas santas del sistema planetarios superior comenzaron a arrojar flores sobre la persona del Señor Balarāma, y se vibraron sonidos que glorificaban la supremacía del Señor Balarāma.

Todos ellos comenzaron a cantar: «¡Todas las glorias al Señor Balarāma! Ofrezcamos nuestras respetuosas reverencias a Tus pies de loto. Por haber matado a este gran demonio Dvivida, has iniciado una era auspiciosa para el mundo». Todos esos jubilosos sonidos de victoria que se oían, provenían del espacio sideral.

Después de matar al gran demonio Dvivida y de ser adorado con lluvias de flores y con gloriosos sonidos de victoria, Balarāma regresó a Su ciudad capital, Dvārakā.


Texto extraído del Capítulo 66 del libro Krishna, titulado: «La salvación del gorila Dvivida».

BALARĀMA MATA A LOS DEMONIOS - 3º Parte


BALARĀMA MATA A RUKMĪ
Y ROMPE LOS DIENTES
DEL REY DE KALINGA




El rey de Vidarbha, Mahārāja Bhīşmaka, tenía cinco hijos y una sola hija. El primer hijo era conocido como Rukmī; el segundo, Rukmaratha; el tercero como Rukmabāhu; el cuarto, Rukmakeśa; y el quinto y menos Rukmamālī. Los hermanos tenía una joven hermana, Rukmiņī.

Ella era hermosa y casta, y estaba destinada a casarse con el Señor Krishna.

El rey Bhīşmaka quería ofrecer a Krishna la mano de su hija Rukmiņī, pero Rukmī, el mayor de sus cinco hijos, se opuso. Debido a ello, Bhīşmaka tuvo que cambiar su decisión y ofrecer la mano de Rukmiņī al rey de Cedi, Śiśupāla, que era primo de Krishna. Rukmiņī, sin embargo, se las ingenió para enviar una carta a Krishna pidiéndole que la raptase. Así, para complacer a Rukmiņī, que era Su gran devota, Krishna la raptó.

Esto dio lugar a un violento combate entre Krishna y el otro bando, comandado por Rukmī, el hermano de Rukmiņī. Rukmī fue vencido y, por sus ásperas palabras contra Krishna, estuvo a punto de morir en Sus manos, pero le salvaron los ruegos de Rukmiņī.

Los años fueron pasando y el odio de Rukmī hacia Krishna siempre continuó, pero a pesar de ello, Rukmī sentía un gran afecto por su hermana Rukmiņī, y quería complacerla en todo aspecto. Debido a ello, cuando el nieto de Rukmiņī, Aniruddha, se iba a casar, Rukmī le ofreció su nieta Rocanā a Aniruddha.

Esos matrimonios entre primos inmediatos no los anima mucho la cultura védica, pero para complacer a Rukmiņī, Rukmī le ofreció su hija y su nieta al hijo y al nieto de Krishna, respectivamente. Así pues, al concluir la negociación del matrimonio de Anirudhha con Rocanā, un gran cortejo matrimonial acompañó a Aniruddha y partió desde Dvārakā. Viajaron hasta que llegaron a Bhojakaţa, un lugar que Rukmī había colonizado después de que Krishna hubo raptado a su hermana.

Este cortejo matrimonial estaba dirigido por el abuelo, es decir el Señor Krishna, acompañado por el Señor Balarāma y también por Rukmiņī, la primera esposa de Krishna, por Su hijo Pradyumna, por Sāmba, el hijo de Jāmbhavatī, y por muchos otros parientes y miembros de la familia. llegaron al pueblo de Bhojakaţa, y la ceremonia de matrimonio se ejecutó pacíficamente.

El rey de Kalińga era amigo de Rukmī, y le dio a éste el mal consejo de que jugara con Balarāma y lo derrotara en una apuesta. Entre los reyes kşatriyas, jugar al ajedrez y hacer apuestas en dicho juego no era algo poco común. Si alguien retaba a un amigo para jugar ajedrez, el rey de Kalińga lo sabía. Así pues, a Rukmī se le aconsejó que se vengara de los miembros de la familia de Krishna, retando a Balarāma a jugar al ajedrez.

A pesar de que no era muy experto en jugar ajedrez, Śrī Balarāmajī se entusiasmaba mucho con las actividades deportivas. Él aceptó el reto de Rukmī y se sentó a jugar. La apuesta se hacía con monedas de oro, y Balarāma primero hizo un desafío con cien moneas, luego con mil monedas y luego con diez mil monedas. Cada vez Balarāma perdía, y Rukmī salía victorioso.

El hecho de que Śrī Balarāma perdiera en el juego, era una oportunidad para que el rey de Kalińga criticara a Krishna y a Balarāma. Así, el rey de Kalińga hablaba en broma, y adrede le mostraba sus dientes a Balarāma. Debido a que Balarāma era el perdedor del juego, se encontraba un poco intransigente con las palabras sarcásticas y jocosas. Él se agitó un poco, y cuando Rukmī retó de nuevo a Balarāma, éste hizo una apuesta de cien mil monedas de oro. Afortunadamente, esta vez Balarāma ganó.

A pesar de que Balarāmajī había ganado, Rukmī, debido a su malicia, comenzó a decir que Balarāma era el perdedor y que era él mismo quien había ganado. Por esa mentira, Balarāmajī se puso muy furioso con Rukmī. Su agitación fue tan repentina y grande que parecía una marejada de océano en un día de Luna llena. Por naturaleza, los ojos de Balarāma son rojizos, y cuando se agitó y se puso furioso, Sus ojos se pusieron más rojizos. Esta vez, como reto, hizo una apuesta de cien millones de monedas.

De nuevo, Balarāma fue el ganador de acuerdo con las reglas del ajedrez, pero Rukmī, muy maliciosamente comenzó a decir otra vez que él había ganado. Rukmī apeló a los príncipes presentes, y especialmente mencionó el nombre del rey de Kalińga.

En ese momento, durante la disputa, se escuchó una voz en el aire que anunció que, desde un punto de vista honesto, se estaba abusando de Balarāma, quien era el verdadero ganador de ese juego, y que la afirmación de Rukmī de que él había ganado, era absolutamente falsa. A pesar de esta voz divina, Rukmī insistió en que Balarāma había perdido, y por su persistencia parecía que temía a la muerte sobre su cabeza.

Falsamente envanecido por el mal consejo de su amigo, no le dio mucha importancia al oráculo, y comenzó a criticar a Balarāmajī. Él dijo: «Mi querido Balarāmajī, Ustedes dos, que son hermanos, y tan sólo pastorcillos de vacas, puede que sean muy expertos en cuidar las vacas, pero, ¿cómo pueden ser expertos en jugar ajedrez o en lanzar flechas en el campo de batalla? Estas artes solamente las conocen bien los miembros de la orden principesca».



Al oír este tipo de conversación exasperante de labios de Rukmī, y oyendo la fuerte risa de todos los demás príncipes presentes, el Señor Balarāma se agitó tanto, que parecía una carbonilla encendida. Inmediatamente agarró con Su mano una maza y, sin más conversación, golpeó a Rukmī en la cabeza. De ese solo golpe, Rukmī cayó inmediatamente y quedó muerto en el acto. De esa forma, Balarāma mató a Rukmī en esa ocasión auspiciosa del matrimonio de Aniruddha.

Estas cosas no son muy raras en la sociedad kşatriyas, y el rey de Kalińga, temiendo ser el próximo en ser atacado, huyó de la escena. Sin embargo, antes de que pudiera escapar siquiera unos cuantos pasos, Balarāmajī inmediatamente lo capturó, y debido a que el Rey siempre mostraba sus dientes mientras criticaba a Balarāma y a Krishna, le rompió todos sus dientes con Su maza.

Los demás príncipes que apoyaban al rey de Kalińga y a Rukmī, también fueron capturados, y Balarāma los golpeó con Su maza, rompiendo sus piernas y sus manos. Ellos no trataron de contraatacar, sino que creyeron que era prudente huir de esa escena sangrienta.

Durante estos episodios el Señor Krishna no profirió ni una palabra, pues sabía que si apoyaba a Balarāma, Rukmiņī se sentiría muy infeliz, y si decía que la muerte de Rukmī era injusta, entonces Balarāma se sentiría infeliz. Por lo tanto, el Señor Krishna permaneció callado al ocurrir la muerte de Su cuñado Rukmī, en la ocasión del matrimonio de Su nieto. Él no perturbó Su relación afectuosa ni con su hermano Balarāma ni con su esposa Rukmiņī.

Después de esto, la novia y el novio fueron sentados ceremoniosamente en la cuadriga y partieron hacia Dvārakā, acompañados por el cortejo del novio. El cortejo del novio siempre estaba protegido por el Señor Krishna, el destructor del demonio Madhu. Así pues, abandonaron el reino de Rukmī, Bhojakaţa, y felizmente partieron hacia Dvārakā.


Textos extraídos del Caitanya Caritamrita – Madhya lila – Cap. 5 – verso 28; del Cap. 51 del Libro de Krishna, titulado «Krishna, el Ranchor»; y del Cap. 60 del Libro de Krishna, titulado «El árbol genealógico de la familia de Krishna».




lunes, 10 de noviembre de 2008

BALARĀMA MATA A LOS DEMONIOS - 2º Parte

BALARĀMA
MATA AL DEMONIO

PRALAMBĀSURA


Krishna, la fuente del placer, tocando Su flauta y acompañado por Su hermano mayor, Balarāma, y otros pastorcillos y vacas, entró en el bello bosque de Vŗndāvana a disfrutar de la atmósfera. Ellos caminaron en medio de las hojas recién brotadas de árboles cuyas flores semejaban plumas de pavo real. Estaban enguirnaldados con esas flores y adornados con tiza azafrán. Algunas veces bailaban y cantaban, y otras veces luchaban unos con otros.

Mientras Krishna danzaba, algunos de los pastorcillos de vacas cantaban y otros tocaban sus flautas; algunos sonaban sus cuernos de búfalo o aplaudían con sus manos, alabando a Krishna:

«Querido hermano, estás bailando muy hermosamente». En realidad, todos estos niños eran semidioses que descendieron de los planetas superiores para asistir a Krishna en Sus pasatiempos. Los semidioses, ataviados con ropas de pastorcillos de vacas, animaban a Krishna en Su danza, tal como un artista anima a otro con alabanzas.

Hasta este momento, ni Balarāma ni Krishna se habían sometido a la ceremonia de cortarse el cabello, y por eso sus cabellos estaban agrupados como las plumas de los cuervos. Ellos siempre estaban jugando al escondite con Sus compañeros, o saltando o luchando unos con otros. Algunas veces, mientras Sus amigos cantaban y danzaban, Krishna los alababa diciendo: «Mis queridos amigos, ustedes danzan y cantan muy primorosamente».



Los niños jugaban a atrapar la pelota, con frutas en forma de campana y āmalaki redondo. Ellos jugaban a la gallina ciega, retándose y tocándose unos a otros. Algunas veces imitaban al venado del bosque y a diversas clases de aves. Ellos bromeaban unos con otros imitando el croar de las ranas, y disfrutaban meciéndose bajo los árboles. A veces, ellos jugaban al rey y sus súbditos entre ellos mismos. En esta forma, Balarāma y Krishna, junto con todos Sus amigos, realizaban toda clase de juegos y disfrutaban de la atmósfera reconfortante de Vŗndāvana, la cual estaba llena de ríos, lagos, riachuelos, árboles magníficos y frutas y flores excelentes.

Una vez, mientras ellos se ocupaban en pasatiempos trascendentales, un gran demonio, de nombre Pralambāsura, se unió a ellos deseando raptar tanto a Balarāma como a Krishna. Aunque Krishna desempeñaba el papel de un pastorcillo de vacas, por ser la Suprema Personalidad de Dios podía comprenderlo todo —el pasado, el presente y el futuro— Así, cuando Pralambāsura se unió a ellos, Krishna comenzó a pensar en cómo matar al demonio, pero exteriormente lo recibió como a un amigo. Él dijo: «¡Oh, mi querido amigo!, es muy bueno que hayas venido a tomar parte en nuestros pasatiempos». Krishna llamó entonces a todos Sus amigos y les ordenó: «Ahora juguemos en parejas. Competiremos unos con otros en pareja».

Luego de esta propuesta, todos los niños se reunieron. Algunos de ellos tomaron el lado de Krishna, y otros tomaron el de Balarāma y se dispusieron a jugar en un duelo. Los miembros derrotados en el duelo tenían que cargar sobre sus espaldas a los miembros victoriosos.

Ellos comenzaron a jugar, y al mismo tiempo vigilaban a las vacas a medida que avanzaban a través del bosque de Bhāņdīravana. El bando de Balarāma, acompañado de Śrīdāmā y Vŗşabha, salió victorioso, y el bando de Krishna tuvo que cargarlos en sus espaldas a través del bosque de Bhāņdīravana. La Suprema Personalidad de Dios, Krishna, al ser derrotado, tuvo que cargar a Śrīdāmā sobre Su espalda, y Bhadrasena cargó a Vŗşabha. Imitando su juego, Pralambāsura, quien apareció allí como un pastorcillo de vacas, cargó a Balarāma sobre su espalda.



Pralambāsura era el más grande de los demonios, y él había considerado que Krishna era el más poderoso de los pastorcillos. A fin de evitar la compañía de Krishna, Pralambāsura cargó a Balarāma muy lejos. El demonio era indudablemente muy fuerte y poderoso, pero cargaba a Balarāma, quien se asemeja a una montaña; por eso, el demonio comenzó a sentir la carga, y, en consecuencia, asumió su forma verdadera.

Cuando él apareció en su verdadero aspecto, estaba adornado con un yelmo de oro y aretes, y se veía tal como una nube con rayos, transportando la Luna. Balarāma observó el cuerpo del demonio que se expandía hasta el límite de las nubes, sus ojos deslumbrantes como fuego abrasador y su boca que centelleaba con sus afilados dientes.

Al principio, Balarāma se sorprendió por la aparición del demonio, y comenzó a preguntarse: «¿Cómo es posible que de repente este transportador haya cambiado en todo aspecto?». Mas, con una mente clara, Balarāma pudo rápidamente comprender que estaba siendo llevado lejos de Sus amigos por un demonio que intentaba matarlo.



Inmediatamente, Balarāma golpeó la cabeza del demonio con Su fuerte puño, tal como el rey de los planetas celestiales golpea una montaña con su rayo. Habiendo sido golpeado por el puño de Balarāma, el demonio cayó muerto, tal como una serpiente con la cabeza aplastada, y la sangre brotó de su boca.



Cuando el demonio cayó, hizo un sonido tremendo, y sonó como si una gran colina se estuviese cayendo después de ser golpeada por el rayo del rey Indra. Todos los niños corrieron entonces al lugar. Estando perplejos por la macabra escena, comenzaron a alabar a Balarāma con las palabras siguientes: «¡Bien hecho! ¡Bien hecho!».



Todos ellos comenzaron a abrazar a Balarāma con gran afecto, pensando que Él había regresado de la muerte, y le ofrecieron sus bendiciones y felicitaciones. Todos los semidioses de los planetas celestiales se sintieron muy satisfechos, e hicieron llover flores sobre el cuerpo trascendental de Balarāma, y también le ofrecieron sus bendiciones y felicitaciones por haber matado al gran demonio Pralambāsura.


Texto extraído de: “El Libro de Krishna” Cap. 18 – titulado: «La muerte del demonio Pralambāsura», de SDG A.C. Bhaktivedanta Swami Srila Prabhupada.